¿SETENTA, CUARENTA, TREINTA? LA ESCUELA SUPERIOR DE ARTE DRAMÁTICO DE MURCIA CUMPLE AÑOS

Cristina I. Pina Caballero
Prof. de Teoría e Historia de las Artes. ESAD de Murcia

La Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia en este 2022 cumple años pero, ¿cuántos son en realidad?. Pues, como casi todo en esta vida, depende desde dónde lo miremos. El pasado curso 2018-2019 conmemoramos el centenario de la fundación de Conservatorio Provincial de Música, Canto y Declamación, germen de las actuales instituciones educativas superiores relacionadas con la música y las artes escénicas que podemos encontrar en nuestra ciudad. Pero mucho ha pasado desde aquella lejana fecha y de la iniciativa encabezada por figuras históricas murcianas de la importancia de Emilio Díez de Revenga, Isidoro de la Cierva o Pedro Jara Carrillo. No es este el momento de hacer una historia pormenorizada de cómo hemos llegado al punto actual, aunque en la mente está el hacerlo, pero sí de puntualizar algunos datos históricos que nos permitan dilucidar la edad de la institución a cuyo claustro me enorgullezco de pertenecer.

Si tomamos en consideración el momento en el que las instituciones estatales reconocen la existencia de una entidad separada del Conservatorio de Música, nos tenemos que remontar a 1952, ya que el Decreto de 14 de marzo reforma uno anterior de 1942 relativo a la ordenación de los Conservatorios de Música y Declamación, que mantenía unidas estas enseñanzas según la tradición marcada desde el siglo XIX. Desde el comienzo de este nuevo decreto se reconoce que “por su importancia y complejidad se hace conveniente separar, para dar a cada uno la independencia, amplitud y singularidad debidas a tan relevantes aspectos de la cultura española. De este modo podrá lograrse una más completa formación de los alumnos que cursen unos y otros estudios para el mejor cultivo de su arte y el ejercicio de sus facultades, a la vez que se les capacite para aquellas otras tareas culturales y artísticas que esas profesiones entrañan, dotándoles de una cultura superior que amplíe sus horizontes espirituales y eleve el nivel de unas profesiones que tan honda acción social y artística ejercen”. (BOE nº 92, de 1 de abril, p. 1484)

Nombramiento del Director de la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, como consecuencia de la separación de la misma del Conservatorio Superior de Música de Murcia.

 

En este mismo decreto se mantienen unidas las enseñanzas de Arte Dramático y Danza, y se indica que cada centro conservaría la categoría que tuviera en el momento de la separación, que en el caso de Murcia era la de profesional. El primer paso quedaba así dado.

Para confirmar que este decreto tuvo su repercusión, aunque parcial en nuestra ciudad, hay que mencionar la entrevista publicada el 1 de octubre de 1954 en el número 4.300 del diario Línea, en la que Juan de Ibarra y Rodríguez, profesor de declamación —y del resto de disciplinas comprendidas dentro del título académico— del Conservatorio murciano desde 1950, es presentado como director de la nueva Escuela de Arte Dramático, independiente en lo académico pero compartiendo el espacio en el Romea con su alma mater. Ante la pregunta de si hacía falta en Murcia una institución similar, Juan de Ibarra responde que esto era urgente y que “como ha reconocido el Gobierno, las actividades del actor tienen cada vez mayor trascendencia en el orden cultural y social y hay que proporcionarle la garantía de una formación que le dignifique y robustezca sus cualidades especificas”; pero también reconoce que no cuenta con los medios económicos necesarios para tal tarea, aunque reclamaba ayudas de la Diputación Provincial y del Ayuntamiento de la ciudad. La vida de la nueva institución se vio consagrada con la visita en noviembre de ese mismo año del director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid e inspector de las Escuelas de Arte Dramático del Estado, Guillermo Díaz-Plaja. A partir de este momento se hace presente en la vida cultural murciana de las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado, con su participación en todo tipo de actividades, desde recitales poéticos a emisiones teatrales radiofónicas, de funciones en el Romea a participación en las misiones culturales. Eso sí, sin un espacio propio ya que, como reconoce el mismo Director General de Bellas Artes, Antonio Gallego Burín, en una
entrevista publicada en el diario Línea el 3 de octubre de 1957, que “mientras no haya dinero, no habrá más remedio que la Escuela funcione en el mismo edificio del Conservatorio, aunque sean dos entidades totalmente independientes”

Dando un salto en el tiempo, llegamos a 1982, ya que el 27 de octubre de dicho año, aunque con efecto desde el día 1, el Ministerio de Educación y Ciencia establece que la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza se separe efectivamente del Conservatorio Superior de dicha ciudad, tras la adquisición de edificio del antiguo Seminario Mayor de San Fulgencio. Treinta años tardaron en darse las circunstancias marcadas por el decreto de 1952 para la independencia de nuestras enseñanzas, pero el momento había llegado… La propia historia de la adquisición del edificio fue bastante rocambolesca, pero en enero de 1983 las clases se trasladaron definitivamente al mismo, y la nueva Escuela Superior inició su andadura bajo la dirección de Juan Ignacio de Ibarra, hijo del primer director de la misma, quien en su reelección para el cargo en 1987 afirmó que “en cuatro años se ha conseguido una Escuela de Arte Dramático y Danza que tiene una consideración tanto en el plano regional como nacional, pero que es sólo punto de partida hacia lo que pretendemos, que es hacer de ella un centro a la altura de los mejores de Europa en su género”

La Escuela de Arte Dramático en su etapa en Plaza Fontes.

Los años siguientes fueron los de la consolidación de la institución y los de su modernización, pero será con la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), cuando se de el último paso para la constitución de la actual escuela. La nueva ley publicada en 1990 suprime los grados elemental y medio de Arte Dramático contemplados por el Decreto de 1952, y que no habían sido modificados por la Orden de 1982, por lo que se hace necesario la separación académica y formal de los estudios de Danza, que sí conservaban la estructura en tres grados. De este modo, y por R.D. de 1 de octubre de 1993se crea un Conservatorio Profesional de Danza en Murcia, emancipada de la Escuela Superior de Arte Dramático, pero la historia se repite, y ante la falta de espacios independientes ambas instituciones se ven forzadas a cohabitar dentro del viejo edificio del Seminario. Mucho se ha hablado desde entonces de buscar nuevos espacios para uno u otro centro, pero aquí seguimos compartiendo un espacio que “se abre por las costuras”, con más de 500 alumnos de Danza y más de 200 alumnos de Arte Dramático en el presente curso académico. Las nuevas exigencias de un centro que desde 2010 se ha unido al Espacio Europeo de Educación Superior surgido en 1999 de la Declaración de Bolonia, ajustando su plan de estudios al sistema de ECTS y formando parte del programa Erasmus, y que tiene aprobado su Master en Estudios Avanzados en Prácticas Escénicas el pasado 16 de junio, hacen imprescindible un nuevo cambio en un futuro cercano.

Por eso, este curso 2022-2023, la Escuela Superior de Arte Dramático cumple 70 años desde su reconocimiento académico, 40 años desde su separación de las enseñanzas musicales y 30 desde la plena independencia como Escuela Superior. Estos son motivos de celebración, pero también de reivindicación, ya que, como dijo nuestro primer director Juan de Ibarra, mientras las Escuelas de Arte Dramático no constituyan prácticamente entidades comprensivas de cuantas especialidades integran el arte escénico; mientras, por falta de medios, no respondan —como ocurre en provincias— a su ambiciosa denominación y elevado destino; mientras su autonomía académica no se sienta respaldada por la indispensable independencia económica; […] mientras el anhelo del alumno por asomarse al exterior no se satisfaga, al menos una vez durante el curso; mientras esta insatisfacción sea explicada por iniciativas en absoluto vacías de fundamento y contenido; y, en fin mientras no se le confíe, en exclusiva, la formación de los respectivos especialistas […], será absolutamente utópico creer que las Escuelas provincianas cuenten con algo más de algún que otro alumno platónico y lleguen a superar la categoría de meras entelequias […] (Línea, 8 de febrero de 1957)

¿Han pasado ya casi 70 años de estas palabras? Quién lo diría…

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